viernes, 25 de abril de 2014

EL HUERTO Y LA LUNA

Jesús, después de morir
fue sepultado en un huerto
que, abrió sus brazos de tierra
y arropó su cuerpo yerto.

Todos los suyos,
se fueron con su dolor;
tan solo el huerto veló
aquel cuerpo destrozado.
Tan solo el huerto esperó,
como siempre había esperado.

Y mientras ellas, llorosas,
inquietas y minuciosas,
los aromas preparaban
y las vendas, una a una:




El huerto, solo esperaba,
el huerto solo y la luna.

Tan solo el huerto creía
que, de aquella semilla muerta,
cuando se cumpliera el tiempo,
Nueva Vida brotaría.





Y. . .
cuando apuntaba el alba
y los gallos impacientes,
comenzaron a cantar:
La luna llena y el huerto;
todos los ojos del huerto
lo vieron RESUCITAR.


Por eso…
yo tengo amor a los huertos.
Sembrándolos y viéndolos
resurgir, siento gran felicidad;
los huertos tiran de mí.

En los huertos siento paz;
y una esperanza sin nombr
me hace oír las Palabras,              
Las Pisadas de Aquel Hombre
en cada huerto sonar.                                            



Por eso, mi fe hortelana
madruga  cada mañana
y, me lleva caminando al
Encuentro del Señor.
Por que . . .
resuena  en los huertos,
como el eco de su Voz
que, a veces, parece hablar;
y,  en los ojos de la luna
veo sus Ojos brillar.
                                          
Y, creo…
que cada humilde hortaliza
lleva, en sus genes grabado:





El Bello Rostro
y, la energía latente…
de Jesús Resucitado.

                              Katy


            




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